“La dolarización de la nación fue una pésima decisión. Este año será difícil para los países productores de petróleo”. (Rafael Correa). La dolarización evitó que caigamos en una espiral hiperinflacionaria, permitió aumentar la capacidad adquisitiva de la población: más autos, más casas, más electrodomésticos, más viajes. Permitió (contra el pronóstico de economistas heterodoxos como Correa, Dávalos o Acosta) bajar el índice de pobreza del 64 al 25%. Ahora se la acusa de restarnos competitividad vía precios, como si el tipo de cambio y no la calidad fuera lo más importante. La dolarización al controlar inflación interna, hace que no exportemos con precios inflados al exterior. A los heterodoxos les fascina la política monetaria activa y keynesiana, para poder manipular libremente la moneda y financiar desequilibrios fiscales (aun a costa de inflación). El 85% de la población respalda la dolarización, según Cedatos.