La ciudadana -entiendo manabita- Linda Hernández, en carta dirigida al Sr. Presidente, expresa su malestar con el gobierno en estas palabras: …los manabitas hemos estado acostumbrados toda la vida, no solo en su gobierno, a oír promesas que no se cumplen…
Se refiere a la refinería del Pacífico obra que no se la ve por ninguna parte y que según ella no servirá para nada; a la faramalla de las cocinas de inducción que tal parece no ha tenido mucha aceptación; explica que refinar petróleo ya no es una prioridad; le solicita que reconstruya el aeropuerto internacional de Manta; le indica que no cumplió con la promesa de construir un Puerto de transferencia, y que más bien lo cedió a Posorja, etc.
Lo expresado por Hernández, supongo debe tener sustento, ya que si no es así, estaríamos tergiversando lo que es libertad de expresión y nos ubicaríamos en un escenario irresponsable, en el que opinemos sin el soporte requerido. Ante estas acusaciones, el gobierno debe pronunciarse (tal como lo hace el señor Bismarck Andrade, en El Comercio del 11 de julio); de lo contario, pensaríamos que Hernández tiene la razón y los ecuatorianos supondríamos que los ofrecimientos no se cumplen y que la debacle es inminente.