Entre la obscuridad y el ruido
Realmente estamos pasando momentos de muchas tensiones y preocupaciones, tanto a nivel local como internacional, pero ahora específicamente refiriéndome al tema propuesto, realmente se puede decir que han significado días de mucho estrés y angustia, pues tratar de acoplarnos a los horarios propuestos por el gobierno para los cortes de electricidad, los cuales no se cumplen a cabalidad y con la permanente zozobra de que se produzcan daños en los electrodomésticos, televisiones, computadoras y todos aquellos muebles y enseres que funcionan con electricidad, ciertamente que son momentos sumamente de obscuridad, no solo por la falta de luz, sino también por el estado mental y sicológico al que estamos sometidos.
Y si a todo esto se agrega el permanente ruido que se produce en los lugares donde habitamos, cuando al suspenderse la luz comienzan a funcionar las plantas de generación eléctrica, entonces realmente es que perdemos totalmente la paz y la tranquilidad, pues nos vemos sometidos a esa obscuridad y a ese azote del ruido, que si es en horas de la noche o a primeras horas de la madrugada, resulta más que insoportable.
Comprendemos que principalmente estos cortes de luz se deben a la tremenda sequía que estamos viviendo y que lamentablemente la mayor generación de luz depende de las centrales hidroeléctricas que funcionan precisamente con el agua de los ríos que las alimentan y al producirse la escasez, entonces comienzan esas serias limitaciones, debido a que en esa forma se construyeron esas centrales hidroeléctricas, sin haber previsto otras alternativas de suministro de energía como termoeléctrica, eólica, solar e incluso nuclear que se las usa en otros países, que ya no sufren estas situaciones.
Esperamos que el esfuerzo que está haciendo el gobierno actual y según las noticias que se nos ha transmitido, se cumplan esos pronósticos y en unas pocas semanas más ya volvamos a la normalidad y que esta situación no se vuelva a repetir, pues resulta inadmisible que en los momentos actuales con tantos avances tecnológicos, sigamos sumidos en estas anormalidades, que nunca pensamos podrían volver a sucederse, lo cual nos remonta a la época del Presidente Sixto Durán Ballén, en los años 1992 al 1996, que significó algo que realmente quedó marcado como un período muy triste y desolador de nuestra época republicana.
Hernán Patricio Orcés Salvador