Los berrinches ideologizados
Si recurrimos al diccionario (sana costumbre que deberían practicar muchos políticos), berrinche es: “Irritación grande que se manifiesta ostensiblemente, y sobre todo la de los niños.”
Podríamos también recurrir a la definición de rabietas: “Las rabietas infantiles son manifestaciones explosivas de frustración o rabia en los niños, que son normales y frecuentes en la infancia.”
Evidentemente, son manifestaciones infantiles y por lo general muy ruidosas y ostensibles, audibles, visibles. Es penoso el comprobar que, en la práctica política ecuatoriana, se usa este tipo de manifestaciones en personas que, por su edad, deberían haber pasado hace mucho tiempo la etapa infantil.
Pero allí los tenemos, especialmente a aquellos que son más dogmáticos, que llegan a los fanatismos, prácticas que, por lo general, derivan en la falta de razonamiento, de allí su tendencia a practicar acciones infantiles. Los vemos en las expresiones de un señor Iza, de un señor Correa, de una señora Mónica Palacios, de una señora Paola Cabezas, y así algunos que demuestran que sus actuaciones están signadas por el dogmatismo, o más allá, por el fanatismo.
Desde luego que alguien que tiene afectado el cerebro por el dogmatismo o que ha llegado al fanatismo, difícilmente va a razonar, cuando el verdadero papel del político debe ser el de dar el ejemplo, de guiar a los demás a “razonar con lógica y proceder según los sanchos profesores del sentido común”, como nos legó Medardo Ángel Silva.
Pero es como pedir peras al olmo. Son los efectos de una educación deficiente, de la falta de lecturas, de la falta de razonamiento. De la presencia de profesores idiotizados por el fanatismo y herramientas de la dogmatización. Pero, también falla la educación familiar, el ejemplo de padres que no leen ni las tiras cómicas de los periódicos. Que dejan al libre albedrío de niños que no tienen el criterio formado la toma de decisiones.
Escuchar de una asambleísta, supuestamente arquitecta, decir que a los menores no se los debe juzgar como adultos cuando cometen delitos que solamente podrían ser cometidos por adultos, es realmente inconcebible, cuando pertenece a un movimiento político que instauró el voto a los menores de diez y seis años, acción que solamente puede ser entregada a persona con un mínimo grado de madurez, aduciendo, infantilmente que la madures se alcanza a los treinta años o más: ¡¡qué contradicción!!!
También algo menos trascendente, por lo formal y aparente, la ruptura de la tradición de la serenata al Presidente por parte del Alcalde de Quito, otro berrinche o rabieta ideologizada.
José M. Jalil Haas