Carta al señor Representante de Naciones Unidas en el Ecuador
Con mucho respeto y consideración y también con mucha angustia y desesperación, me dirijo a usted con esta carta, porque inútilmente he tratado que la prensa de mi país, se haga eco de mi sugerencia para pedir que las NNUU hagan todo el esfuerzo para que a nivel mundial se ponga en práctica cuanto antes, el llamado que hizo la UNDOC, el 27 de junio del año pasado ” a terminar la guerra contra las drogas y cambiar el enfoque a la Salud y Derechos Humanos”; pues es evidente que pretender terminar con el tráfico de estupefacientes por medios coercitivos es imposible, pues al considerar el consumo de tales substancias como ilegal, aumenta su precio y hace que los traficantes acumulen grandes fortunas, que los hace tremendamente poderosos y capaces de corromper a todos los componentes de la sociedad.
La angustia y desesperación que me anima al escribirle esta carta, es porque en el Ecuador, que hasta hace pocos años era una isla de paz, debido al auge de esta ilícita actividad, se ha convertido en uno de los países en los que ha aumentado considerablemente la violencia, a tal punto, que casi el 60% de los niños de las barriadas pobres de ciudades como Guayaquil, han sido reclutados por las mafias.
Por lo mencionado en el párrafo anterior, me permito insistir en que las NNUU, impulse con decisión las acciones conducentes a hacer realidad la aplicación del nuevo enfoque ya mencionado con acciones tales, como tratar la adicción como una enfermedad mental, que requiere estudios sobre la forma de prevenirla e incrementar el establecimiento de centros médicos debidamente equipados con personal, equipos y medicinas apropiadas para la rehabilitación de los drogadictos. Esto último ayudaría a evitar que existan tugurios en los que maltratan a los que quieren dejar el vicio. También significaría , el apoyo económico a países grandemente afectados por la pobreza para establecer programas de recuperación económica; lo que a su vez cortaría el círculo vicioso por el cual, la falta de recursos económicos empuja a muchas personas a la delincuencia; y el fortalecimiento de esta provoca el desempleo, debido a extorsiones y otras prácticas ilegales.
Este pedido lo hago, con la urgencia que demanda, tanto la dimensión de las causas que originan el problema ya mencionado, como de las consecuencias que se han originado de tales causas.
Tengo la esperanza, señor Representante, de que esta carta llegue a su conocimiento.
Carlos A. González Sánchez