Los zarumeños residente en Quito
Gracias a la oportunidad que me da Diario El Comercio, en la Sección Cartas al Director, me puedo dirigir a todo ese gran conglomerado de ciudadanos zarumeños, que han hecho de Quito su lugar de residencia y su ciudad querida. La capital de los ecuatorianos que los ha acogido con mucho cariño y los zarumeños han puesto todas sus buenas costumbres, su inteligencia, cultura, honestidad, honradez que les caracteriza, para hacer de su convivir un sitio de emprendimiento, de desarrollo social y económico. Más, siempre manteniendo sus costumbres y tradiciones que son la esencia de su origen.
Quito, ciudad cosmopolita, ha acogido a ciudadanos de diferentes regiones del Ecuador y de muchos paÃses del exterior, que se han quedado para conformar el núcleo familiar, que le aporta prestigio y la hace brillar a la Carita de Dios.
Toda honra para todos ellos, que un dÃa, lejano ya, tomaron la decisión de buscar un mejor horizonte, unos para el desarrollo intelectual de sus hijos, otros para ejercer su profesión, otros por buscar nueva fortuna, hicieron de la capital de todos los ecuatorianos su nuevo hogar y han permanecido entregando cÃvicamente su contingente intelectual y su fuerza laboral para hacer de Quito, la ciudad más acogedora y querida del paÃs.
Debo destacar la unidad, la solidaridad de que se manifiesta en todos y cada una de las familias zarumeñas, que residen en Quito. Quizá se deba a que nos criamos como si fuéramos una sola familia. Todos nos conocÃamos y conocÃamos la casa de todos, porque las puertas eran abiertas y a todos se les brindaba a más de la amabilidad, un aperitivo, un jugo, una agüita, por más humilde que sea su casa. Esa raigambre de la forma de ser del zarumeño, se ha mantenido enraizado en las entrañas mismas de personas que la siguen teniendo a su tierra en el corazón. Y en cada recuerdo le asoma una pequeña gota de agua en sus ojos, de alegrÃa, de tristeza, de nostalgia. Historias que dejaron escritas y marcadas en el tiempo y son la razón del amor al solar nativo.
Con motivo del fallecimiento en la ciudad de Quito de una hermana mÃa, tuve el gusto y el honor de toparme con coterráneos, que a pesar de los tantos años de no vernos, siguen manteniendo ese espÃritu hermoso de hermandad. Definitivamente, los zarumeños somos una gran familia, (por algo somos sefarditas) con diferentes apellidos. Nos une los lazos de confraternidad, de consanguinidad entre muchos y de costumbres y tradiciones que las llevan y las resaltan como forma de recordar al solar nativo.
Lionel Efrain Romero Reyes