Celebrando la independencia de Cuenca, un legado de libertad
El 3 de noviembre es una fecha que resuena profundamente en el corazón de todos los cuencanos y ecuatorianos. En este día, recordamos la valiente proclamación de independencia de Cuenca en 1820, un acto que simboliza la lucha por la libertad y el deseo de un futuro mejor. Esta conmemoración no solo es un homenaje a aquellos patriotas que se levantaron contra el yugo español, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el legado que nos han dejado. La independencia de Cuenca fue el resultado de un esfuerzo colectivo, donde hombres y mujeres se unieron en la Plaza de San Sebastián para exigir su derecho a ser libres. Inspirados por la reciente independencia de Guayaquil, los cuencanos se organizaron para desarmar a las tropas españolas y proclamar su libertad. Este acto heroico, aunque efímero, marcó el inicio de un camino hacia la soberanía que culminaría con la Batalla de Pichincha en 1822. Es fundamental recordar que la independencia no fue solo un evento militar; fue una manifestación del deseo de un pueblo por gobernarse a sí mismo. Hoy, al celebrar esta importante fecha, debemos fomentar en las nuevas generaciones el entendimiento del valor de la libertad y la responsabilidad que conlleva. La independencia no es solo un recuerdo del pasado; es un llamado a construir un futuro en el que prevalezcan los valores democráticos y el respeto por los derechos humanos. Invito a todos los cuencanos a participar activamente en las celebraciones del 3 de noviembre. Asistamos a los desfiles, compartamos historias sobre nuestros héroes y recordemos que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la construcción de una sociedad más justa y libre. Que este día nos inspire a seguir luchando por nuestros ideales y a mantener vivo el espíritu patriota que nos une como ecuatorianos.
Mateo Sebastián Enríquez