Crímenes sin tregua
Nuestro querido Ecuador está atravesando por momentos de angustia y preocupación, por los asaltos despiadados, secuestros de personas, robos constantes, sicariatos descomunales y últimamente ataques terroristas a profesionales de los diferentes medios de comunicación; acaso nos hemos convertido entre los países más inseguros y peligrosos de América Latina.
Desde muy temprana edad los adolescentes comienzan a ser reclutados y entrenados, por grupos delictivos, bandas criminales y por una delincuencia organizada, para cometer sus maldades amedrentando a gente inocente, utilizando arma blanca a cualquier hora del día, sin impórtale si el atracador será castigado o reprendido por la justicia, o detenido por la fuerza pública para determinar su porvenir.
El índice de inseguridad y criminalidad en nuestro país sigue incrementándose, los homicidios ocasionados por vándalos de alta peligrosidad, son evidentes en todas las ciudades y provincias de nuestro territorio; salir a la calle se corre el riesgo de ser asaltado, herido e incluso terminar con muerte inesperada.
Para garantizar la seguridad y tranquilidad de los ecuatorianos, el gobierno de turno tiene que actuar éticamente y responsablemente, equipando con todos los recursos de trabajo a la policía nacional, de igual manera los operativos tienen que ser en compañía de las fuerzas armadas, caso contrario el futuro de nuestra patria para las nuevas y futuras generaciones serán más lamentables y desastrosas.
Ismael Aguirre Hidalgo
Ignorar la Ley, no exime de culpa
Se cuenta que, en la comisaría de un pueblo pequeño, un individuo había preguntado sobre la razón de su detención, a lo que el Comisario había respondido: señor, usted está acusado de haber girado cheques “chimbos”; ante lo cual el individuo de marras, muy sorprendido, había exclamado: ¿habrá de otros?
Con esta anécdota que parece tener visos de realidad, se puede encontrar cierta similitud con lo acontecido en un cantón de la frontera sur, en donde el alcalde recién electo, expresa en una entrevista televisada -en tono altisonante, sin tapujos y convencido de su verdad- que, “según la Ley”, está permitido que los alcaldes reciban para su bolsillo, entre el 15, 20 o 25 % del valor de un contrato con el municipio. Frente a esta afirmación del impávido ciudadano, debería hacérsele conocer que, según la Ley, todo contrato con el Estado, debe ser lícito, es decir libre de coimas o “acuerdos entre privados”; y es probable que reaccione con sorpresa, y exclame: ¡no sabía que existían contratos lícitos!
Ante este hecho por demás vergonzoso, este flamante exponente de la nueva y deplorable “casta política”, debería -en una muestra de hombría de bien y de respeto para sus electores-, excusarse públicamente de posesionarse como alcalde, puesto que ya “echó por la borda” la credibilidad y confianza que pudo haber merecido.
Este nefasto suceso, así como el de la “tristemente célebre” señora Cerda, delatan el nivel de decadencia y podredumbre de la “política”. No debemos permitir que nuestra sociedad siga contaminándose con las prácticas corruptas de gobiernos recientes, y exijamos que se proscriba a sus actores.
Leonardo Cueva Piedra