Pedido de auxilio
En medio de tanta oscuridad y desazón por la que, los ecuatorianos, estamos atravesando brilla, al fin, un pequeño destello de esperanza y es que, según nos enteramos, países serios y confiables en lo que respecta a la justicia, como lo es EE. UU. de Norteamérica, están interviniendo y tomando cartas en el asunto, al sentenciar a Carlos Pólit y retirar las visas a los exmandatarios acusados de corrupción y malos manejos durante sus respectivas gestiones de gobierno.
Noticias como estas no dejan de ser un excelente augurio, al tiempo que abren un rayito de esperanza para que comience a brillar la justicia y se sancione a los culpables de esta catástrofe que, desde hace mucho tiempo, nos tiene agobiados y, actualmente, sumidos en estas tinieblas físicas y mentales.
Dicen que la esperanza nunca muere. Ojalá permanezca latente en nuestros corazones que, por nuestra condición de creyentes y a pesar de todos los entramados de la política, nunca perdemos la fe.
Fabiola Carrera Alemán
La familia es la primera escuela
La familia es el primer entorno educativo en la vida de un niño. Desde el momento en que nacemos, comenzamos a aprender de nuestros padres, hermanos y otros familiares. Cada interacción se convierte en una lección que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, moldeando nuestro carácter y valores.
Los padres son nuestros primeros maestros. Nos enseñan a hablar, a caminar y a relacionarnos con el mundo. A través de su ejemplo, aprendemos sobre la importancia de la empatía, el respeto y la responsabilidad. Estas lecciones son fundamentales para nuestro desarrollo personal y social.
La educación en el hogar no se limita a lo académico. Las familias transmiten tradiciones, creencias y valores culturales que nos conectan con nuestras raíces. Estas enseñanzas nos ayudan a construir nuestra identidad y a entender nuestro lugar en la sociedad. La diversidad familiar enriquece este proceso, aportando diferentes perspectivas y experiencias.
Además, la familia es un espacio seguro donde podemos experimentar y crecer. Aquí aprendemos a enfrentar desafíos y resolver conflictos. La capacidad de manejar situaciones difíciles se desarrolla en el hogar, donde podemos cometer errores sin miedo al juicio. Este aprendizaje es esencial para nuestra vida adulta.
El apoyo emocional que recibimos en casa también es crucial para nuestro desarrollo. Un ambiente familiar amoroso fomenta la autoestima y la resiliencia. Cuando nos sentimos valorados y comprendidos, estamos más dispuestos a explorar nuevas ideas y a enfrentar el mundo con confianza.
Es fundamental recordar que la educación no se limita a las aulas. La curiosidad natural de los niños florece en casa, donde pueden hacer preguntas y explorar libremente. Los padres pueden estimular esta curiosidad al involucrarse activamente en el aprendizaje de sus hijos, creando un ambiente propicio para el descubrimiento.
En conclusión, la familia es nuestra primera escuela, donde se sientan las bases del aprendizaje y el desarrollo personal. Valoremos este papel fundamental e invirtamos tiempo y esfuerzo en crear un entorno familiar que fomente el crecimiento, el amor por el conocimiento y la curiosidad por el mundo que nos rodea. ¡La educación comienza en casa!
Roberto Camana-Fiallos