Del prohibido olvidar a la amnesia total
Parece que fuera una costumbre de ciertos políticos, el querer criticar a sus opositores por acciones similares a las que hicieron cuando estuvieron en el poder, olvidando por completo que sus actuaciones fueron similares y en condiciones muy parecidas.
Las concesiones que se hicieron en tiempo de la revolución ciudadana, son equivalentes a las que hoy trata de hacer el gobierno de Noboa. En unos casos, con contratos de prestación de servicios, a precios exorbitantes por cada barril extraído, que significaban un verdadero atentado contra la soberanía, si se comparaba con el costo por barril extraído que tenía Petroecuador: 43 contra 13, aproximadamente, 30 dólares por cada barril. ¿Podemos imaginar en los miles de barriles por día cuánto alcanza el monto? ¿Eso se debe olvidar?
En el caso actual, la figura es diferente, se trata de un contrato de participación, donde una parte del crudo extraído es para la empresa, y, otra arte para el Estado. Simplemente, una diferencia en la forma de pago por los servicios prestados.
No nos prestemos a engaños amañados. A pesar de que se usó un lema como “prohibido olvidar” por parte del gobierno de la revolución ciudadana, hoy se sumergen en una amnesia oscura y total para ocultar sus acciones.
Por ejemplo, además, la crítica feroz a la compra de los chalecos, no deben olvidarse de la basura que se compró para la agencia de tránsito, allí trataron de que todo se olvide.
O también los “acuerdos entre privados” para desligarse de evidentes sobornos. O los gastos desproporcionados en publicidad, manejados por sus cercanos colaboradores, con beneficios pingues, fuera del alcance de los comunes mortales.
Tampoco debemos olvidar el despilfarro en la Refinería del Pacífico, donde además del exagerado gasto para las acciones realzadas, se mantuvo con engaños la esperanza de toda una provincia.
Otra acción de no olvidar, es los montos gastados en la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas, que multiplicaron prácticamente por diez los presupuestos iniciales, y en resumen no se obtuvo nada en absoluto, dejando la refinería en un estado quizás peor al que se encontraba cunado se iniciaron “los trabajos”.
O la reconstrucción luego del terremoto del 2016 donde, alegremente, se desviaron fondos a actividades más “lucrativas” para ellos, dejando la población sin hospitales ni viviendas.
Sinceramente, la votación obtenida, oficialmente, en Manabí, me suena más a distorsión, por amenazas o por coacción, antes que por convicción
José M. Jalil Haas