Hacia una convivencia de progreso
La gravísima situación surgida entre el presidente y la vicepresidente del país, abrió una brecha que a medida que pasa el tiempo se agranda, sin visos de solución; de la cual se están aprovechando los enemigos del Gobierno, que también lo son del país, puesto que el normal desgaste de la imagen presidencial estaría ofreciendo pretextos a los de las “manos limpias” para pretender adueñarse del poder, en una clara amenaza al futuro del Ecuador.
Por los hechos que son de conocimiento público, se puede colegir que el binomio que fue escogido por el entonces candidato Noboa para las elecciones presidenciales pasadas, no contaba con las elementales características a la dignidad que aspiraba, ni el deseo de regirse a la condición de subordinada a la presidencia. De manera reiterada, sus acciones rayan en la manida “conspiración a sueldo”. Como resultado, la comunidad ecuatoriana vive la incertidumbre de no saber cuál será el colofón de la situación mencionada y las consecuencias adversas para el país, que de ella se deriven.
Cabe ensayar la posibilidad de que la vicepresidente, ante la delicada y apremiante situación que atraviesa el país (narco delincuencia organizada y sus operadores políticos que, desde la Asamblea, quieren tomarse el poder), en lugar de alinearse con quienes llevaron al país a esta situación, debería ubicarse en el lado correcto, para lo que aún está a tiempo. La ciudadanía se lo reconocería y la beneficiaría con mejores perspectivas para su futuro político.
El tiempo corre y también las expectativas del ciudadano común que desea enfocarse en horizontes de paz y trabajo, que le hagan posible al Ecuador beneficiarse de la transferencia tecnológica y ser parte de acuerdos comerciales internacionales.
Leonardo Cueva Piedra