¿Apagones… culpa del Gobierno?
Para los políticos y candidatos es una oportunidad para hacer propaganda negativa a fin de restar simpatía o popularidad. No, señor, la culpa la tenemos todos los ecuatorianos. Primero por la desforestación, la explotación minera clandestina, por culpa de gobiernos anteriores que no diversificaron la producción de la energía haciéndola hidráulica, eólicas o solar.
Además, el cambio climático producido por todos nosotros al no hacer caso a las advertencias de los científicos que nos han hecho ver como la sobre explotación de los campos petroleros, la utilización de bioquímicos parta dar más rentabilidad a la producción, la tala del bosque tropical, la contaminación ambiental, de quebradas, ríos y mares.
Pero la culpa es de Pedro porque no hace llover, porque no hay lluvia que permita la generación de las hidroeléctricas y también es culpa del exceso de lluvias que destruye puentes, carreteras y todo ese torrente de agua se la desperdicia yendo al mar.
Lo más fácil es culpar al gobierno de turno porque tiene que haber previsto la sequía, la falta de lluvia, a sabiendas de que el informe de las hidroeléctricas presentaban problemas de producción porque estaban mal construidas y había fisuras que obligaba a paralizarlas. El problema lo minimizamos y solo esperamos del gobierno la solución. En fin, la verdad que vamos a sufrir por algún tiempo la suspensión del servicio eléctrico y eso hace que la economía del país se vea afectada y aumente los índices de una economía en crisis, se verá reflejada en las grandes mayorías. Ya estamos viendo como el gobierno trata de que este impacto sea lo menos posible. Que nos queda aportar con civismo a la solución de esta situación, contribuyendo a actuar con tranquilidad y evitando ser parte del problema, buscando servir con una actitud patriótica, a aceptar con tranquilidad la realidad que nos toca y ayudar a quien lo necesita. El Ecuador unido ya dio el primer paso demostrando que aceptó el reto y que el gobierno respondió con la mesura, buscando evitar en lo menos posible la afectación.
Como siempre, los ecuatorianos damos muestras de que en momento de crisis es donde se le conoce su nobleza y su espíritu de unidad y valor. Suerte Ecuador. A rogar a Dios que desde el cielo venga pronto la solución y que podamos alcanzar, a través de nuestro gobierno, solucionar el mal funcionamiento de las hidroeléctricas, buscar el camino de la energía solar (cosa que es a largo plazo), las eólicas, la generación privada, las barcazas. Vamos todos a poner nuestra energía positiva para salir adelante.
Lionel Efraín Romero Reyes
La mano invisible y las interpretaciones
La grandeza de los pensadores profundos, es que sus postulados son de interpretación abierta. Pero, una cosa es interpretar, y, otra tergiversar. He visto recientemente comentarios sobre la mención a “la mano invisible” de Adam Smith, que orientan el pensamiento en la dirección que fortalecen la participación del Estado en la economía.
De lo que yo entiendo, el concepto de “mano invisible” de Adam Smith, se orientaba más bien en la dirección de la regulación por el libre mercado. La primera referencia de la «Mano Invisible» la encontramos en la obra de La Riqueza de las Naciones, publicada en el año 1776, aunque la expresión «mano invisible» ya había aparecido en su primer libro, La Teoría de los Sentimientos Morales (1759). La mano invisible es una metáfora con la que Smith, padre de la economía moderna, hace referencia a la capacidad de autorregulación que el libre mercado tiene intrínseco en sus fundamentos y teorías.
Según este postulado, “el papel del mercado es fundamental y cuanto menos control exista en las economías, más fácil será que estas alcancen su máximo bienestar.” Según las ideas de Smith, las acciones de la oferta y la demanda son suficientes para alcanzar el equilibrio económico y la fijación natural de los precios, y los mandatarios deberían ocuparse de otros asuntos más enfocados a la justicia o la defensa, dejando al mercado a su libre funcionamiento.
La teoría de la Mano Invisible defiende que la propia autorregulación del mercado facilita la consecución de un mercado óptimo, por lo que los individuos deben comportarse y actuar sin las interferencias del estado y buscar su propio interés. A juicio de Adam Smith, los precios son un indicativo más que suficiente para saber en qué preciso momento se debe participar o no en el mercado.
Francamente, no sé de dónde, algunos dogmáticos, que rayan en el fanatismo, concluyen que la mano invisible de Adam Smith favorecía la intervención del Estado. ¿Es una interpretación antojadiza o una verdadera tergiversación impulsada por falta de entendimiento?
José M. Jalil Haas