Castigar la corrupción
La corrupción no solo desaparece el dinero, atrofia instituciones, esto lo dijo el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, en una entrevista en CNN. La corrupción no es de ahora, se ha infiltrado en los partidos políticos, y en el estado desde hace décadas, lo que culminó con una histórica sentencia de un presidente en el caso Odebreacht.
Desde hace años hay el rumor de que cargos claves en las empresas del Estado se venden, ¿qué se puede esperar de un funcionario que ha comprado un cargo? El hacerlo aumentó el costo de los contratos y la obra pública; con la agravante de que los pagos a contratistas y proveedores pueden tardar años, lo cual fue el mejor incentivo para la corrupción. La triste realidad es que en el Ecuador, nadie le puede vender nada al Estado sin tener que pagarle dinero a alguien, o si contratas con el Estado, no le puedes cobrar tu dinero, sin antes tener que pagarle dinero a alguien, y nos quitan el dinero a todos.
Lo más grave de todo, es que la corrupción se la considera como un derecho adquirido. Las Comisiones Anticorrupción no han funcionado, porque simplemente no las dejan; la idea es proteger al informante para tener acceso a la información y obtener las pruebas. El castigar la corrupción, es una poderosa herramienta de gobernabilidad y liderazgo, para tomar un total control del Estado, diezmar a funcionarios y asambleístas corruptos, sin tener que pagar el despido intempestivo, por tratarse de delitos; la corrupción en la justicia va muy de la mano con la delincuencia, y se podrá trabajar y vivir en paz.
Juan Orus Guerra
El voto es siempre emocional
Así sea para los fanáticos empedernidos, al consignar el voto, las personas reaccionan a circunstancias de último momento, o, a manifestaciones de los candidatos y sus coidearios, de última hora.
Estas reacciones no se ajustan, bajo ningún concepto, a reglas matemáticas, ni estadísticas, ni electorales. Esto lo debería saber cualquier político experimentado.
Pero no solamente es el voto, sino también las inclinaciones ideológicas las que se someten a las emociones. Cuando un electorado, afín a cualquier línea ideológica, o, línea populista, detecta que el objeto de su admiración, o de su seguimiento político, comete errores que influyen en las sensibilidades personales, o que, abiertamente contradigan a la elemental lógica o razón, sus inclinaciones se ven afectadas.
Los políticos que se quieren guiar únicamente por las matemáticas, las estadísticas o manifestaciones electorales anteriores, están cometiendo el peor error de su vida como políticos. Cuando esos políticos, de manera enfática, cometen errores y afectan la emoción de los votantes, es un síntoma de alarma que debe alertar a sus seguidores, pues están justificando los errores cometidos.
En las últimas elecciones presidenciales de Ecuador, de parte del movimiento político perdedor, hubo una avalancha de errores en los días previos a las elecciones: insistir en el tema del peligro de desdolarización, mencionar los “gestores de paz”, lo que nos acercaba a realidades dolorosas y rechazadas por el pueblo ecuatoriano, y, últimamente la barbaridad sostenida por el señor Andrés Arauz (lo que ya no tuvo influencia en los resultados electorales, pero sí en las preferencias de algunos seguidores) al decir que “ha llamado a varios presidentes de otros países para que no asistan a la posesión de Daniel Noboa, es una clara demostración de falta de sensibilidad política y quemeimportismo con la emoción de un buen grupo de votantes.
¿Se dará cuenta la Revolución Ciudadana que este tipo de manifestaciones solamente abonan en la deserción de algunos de sus seguidores “blandos”?
Yo creo, personalmente, que uno de los factores del retroceso electoral que tuvo la candidata de la Revolución Ciudadana en el balotaje de este año, tiene su origen en las desacertadas actuaciones de distintos miembros y dirigentes de ese partido.
José M. Jalil Haas