El pueblo digno no traga cuento
Es sumamente confortable conocer que la justicia ecuatoriana, de la mano de la Fiscal Diana Salazar, y de otros notables funcionarios vinculados a los organismos de control, continúan asestando contundentes golpes a la delincuencia organizada; realidad que nos devuelve la confianza de acercarnos a un futuro promisorio, cuyo logro definitivo depende de nuestra acertada elección presidencial.
Malhadadamente, existen persistentes charlatanes que, irresponsablemente, promueven campañas ofertando prebendas que subvencionarían con los fondos de la reserva monetaria -que permanece en custodia del Banco Central, por decisión de sus legítimos dueños-, sin considerar que el solo hecho de anunciarlo debería ser penado por la ley, porque están convocando a subvertir el orden establecido. A propósito de fondos, sería bueno escuchar de la candidata correísta, el plan que tiene para recuperar los setenta mil millones de dólares atracados de las arcas fiscales durante la “década robada”, y también de los cientos de miles de dólares pertenecientes a fondos privados, como el de los empleados del Banco Central, ahorrados durante muchos años por algunas generaciones.
Para completar su descalabro mental, los revolucionarios que pretenden llegar al poder, obvian que el Ecuador pertenece a sus dieciocho millones de habitantes, de los cuales una gran mayoría deseamos proteger su territorio y su patrimonio, y ofrecen como parte de su campaña política, abrir las fronteras del país a delincuentes disfrazados de migrantes que no tienen cabida en otros países; hecho que constituye un atentado en contra la seguridad ciudadana. Ya sucedió a inicios del correato, cuando generosamente se recibió a los desplazados de Colombia, sin que el país contase con la infraestructura ni el capital para su albergue o con las plazas de trabajo requeridas. La pregunta que surge es: ¿Cuántos de ellos engrosaron las filas de la delincuencia? Y ¿Qué estadísticas arroja ese despropósito?
Con la nefasta experiencia del fraude en las últimas elecciones, del cual existen suficientes evidencias en manos de las entidades competentes, así como la sospecha de cuáles fueron los métodos y quienes sus autores, es fácil advertir el temor de los culpables frente a la verdad y a la inexorable lógica de la justicia, como sucedió ya a sus “compañeritos” en otros ámbitos del delito, quienes se encuentran a buen recaudo tras las rejas, rumiando sus condenas; mientras otros de la misma calaña esperan su turno.
El presidente Noboa, desde su posición y, sin tanta palabrería, mediante su férrea decisión de no permitir nunca más el caos y la violencia, organiza y dispone la ejecución de estrategias para combatir a las grandes mafias politiqueras y narco delictivas, a fin de consolidar la paz ciudadana; hechos que constituyen verdaderos logros del poder Ejecutivo, y que el pueblo ecuatoriano los asume como triunfos en beneficio del bienestar y progreso del país. Así, podremos confiar otra vez en la democracia y arrimar el hombro para proyectar al Ecuador como un país con futuro, rico en oportunidades, con justicia verdadera y de gente productiva y solidaria.
Entonces, Ecuador, que somos todos, un pueblo digno que no traga cuento, agradece a la vida por la oportunidad que nos brinda para elegir la mejor opción, el 13 de abril próximo.
Leonardo Cueva Piedra