Triunfó el Ecuador
Somos la esencia de una sangre guerrera. Somos la esencia de un pueblo valiente. Somos la sangre de nuestros patriotas. Somos la estirpe que nunca se rinde. Somos ejemplo de América y de los países del mundo.
No pudo el poder del narcotráfico, ni las cuentas bancarias de dineros sustraídos del sudor de nuestra gente. No pudieron las inclemencias e infortunios del tiempo, como la sequía, las inundaciones. Tampoco la mayoría opositora de una Asamblea, que obstaculizaban todo intento por ordenar lo mal que han dejado gobiernos anteriores.
No pudo la pretensión de desunir al gran conglomerado indígena que se mantuvo firme en su decisión de no agachar la cabeza y aceptar los ultrajes e insultos de un ególatra que los trato de humillar y de mancillar su honor y su honra. Reverente me inclino hacia su lucha verdadera: el buscar el trato igualitario para su gente.
Y me inclino reverente ante ese adulto mayor que se supo levantar sobre cualquier mal que padecía y con coraje y valor salió a depositar su voto y salvar al país del narco tráfico, la inseguridad y que pretendían implantar un sistema socialista donde solo florece la pobreza y la miseria.
Y mi saludo a aquellos jóvenes, hombres y mujeres, de todos los rincones de la Patria, que pusieron su amor y entrega en la lucha por lograr tener la esperanza de un país mejor, de oportunidades y de desarrollo, especialmente para la clase más desposeída.
Anhelo de todo corazón y estoy convencido de ello, que Daniel Noboa, ya como el nuevo Presidente, seguirá haciendo una transformación en el desarrollo de nuestra Nación. Que la honestidad y la honradez de todo su Gobierno, lo encamine a transformar la vida de todos los ecuatorianos. Pido darle al agricultor, al indígena, a los pobres y los que trabajan en obra social, el apoyo y el empuje que se requiere para que prevalezca el bienestar colectivo antes que el beneficio individual.
Que Dios siempre lo ilumine y le guie en sus caminar por la Presidencia y cuente con nuestro apoyo, siempre y cuando, sea todo en bien del país.
Lionel Efraín Romero Reyes