Falta de cultura financiera en el gremio del volante
El pedido de los dirigentes del transporte público al Gobierno Nacional es, “Solicitamos alargar dos años la vida útil de las unidades, porque no tenemos el recurso para cambiar”, no se dan cuenta de que, alargando el tiempo de recambio, lo que hacen es, incrementar la penuria económica (la perdida cada vez será mayor). Lo grave es que esta situación no acabará nunca, el problema radica en que la clase del volante no tiene cultura financiera. Desconocen el concepto de depreciación, su valor y el destino. Depreciación es el gasto contable que refleja la pérdida degenerativa del valor de una máquina conforme pasa el tiempo, esté o no trabajando, cuyo valor se obtiene de dividir la adquisición para la vida útil, valor que el empresario transportista debe retener y guardar diariamente, para que cuando haya llegado al fin de la vida útil, lo ahorrado sirva para cambiar la unidad. Si esto se cumple no hay necesidad de buscar financiamiento alguno, desgraciadamente, no se cumple y, de ahí, viene toda la penuria económica del transportista. Otro concepto que desconoce el gremio del transporte es de vida útil, confunde con la vida física o mecánica, que para fines de recaudación impone el Gobierno. Vida útil o económica es un concepto contable que se presenta cuando se igualan el ingreso y el egreso del negocio (punto de equilibrio). El momento en que los gastos superan a los ingresos (altos costos de mantenimiento) el empresario transportista debe cambiar la unidad, de lo contrario el negocio va en pérdida. Desgraciadamente, es lo que está pasando ahora mismo y, es otra causa para sus quejas. Cultura financiera es lo que hace falta en el gremio del volante. La solución es que, en las escuelas de capacitación profesional, incluyan en la malla curricular la materia “Finanzas del negocio del transporte”. Marco A. Zurita Ríos
14 de julio, Fiesta Nacional Francesa
El 12 de julio, tres días después la proclamación de la Asamblea Constituyente, por presión de la corte, el Rey envió a su contralor general de Finanzas, quien presto apoyo a la duplicación del tercio. Se corrió el rumor de que las tropas reales se disponían a entrar por la fuerza en la capital, para arrestar a los diputados. Los parisinos se organizaron y en la mañana del 14 de julio un comité popular de varios miles de personas se dirigió a LES INVALIDES para buscar armas, se apropiaron de fusiles y cañones, pero no tenían pólvora, porque estaba almacenada en la prisión de la Bastilla, defendida por unos cien soldados suizos bien armados con una docena de cañones.
Reagrupados por dos destacamentos de guardia, los sublevados obtuvieron la capitulación de los defensores y el acceso a la Bastilla. Liberaron a los prisioneros, lincharon a los soldados y un carnicero decapito al marqués de Launa, cuya cabeza fue paseada sobre una pica. Esa misma noche los revolucionarios destruyeron piedra por piedra la fortaleza, símbolo de la arbitrariedad real. Un año más tarde, el 14 de julio de 1790, se celebró la “Fiesta de la Federación” en el Campo de Marte, el primer Aniversario de la toma de la Bastilla. Luis XVI juro por la nación la reconciliación general. Lamentablemente, la fiesta termino rápido con un fusilamiento.
En 1880 se propuso que el 14 de julio se convierta en la fiesta nacional francesa, en referencia a la toma de la Bastilla de 1789, pero la Asamblea no recibió de manera unánime esta propuesta dado a la violencia de esa jornada revolucionaria. Sin embargo, se conservó esta fecha, pero haciendo referencia a la Fiesta de la Federación organizada un año después, el 14 de julio de 1790, más consensuada, que celebra la unión del pueblo, la nación y el Rey.
Guillermo Alvarez