Gestionar los riesgos
Si en el sector privado es necesario gestionar oportuna y adecuadamente los riesgos para alcanzar sus objetivos que pueden medirse en las utilidades para sus propietarios, en el sector público es indispensable porque se deben alcanzar objetivos superiores como la salud, educación, seguridad, conectividad y el cuidado del ambiente, con ética, eficiencia, transparencia y cuidado del ambiente.
Las normativas nacionales e internacionales coinciden en que los riesgos internos más comunes son: la actitud y la aptitud del personal empezando por los directivos; las deficiencias en el diseño de los procesos o su mala aplicación; la ausencia o uso inadecuado de la tecnología; la falta de recursos financieros o de infraestructura, entre los que se debe poner especial atención su exposición al fraude y los riesgos externos como los políticos, sociales, tecnológicos y de la naturaleza.
Para gestionar los riesgos, las máximas autoridades de los poderes del Estado y de todas las instituciones tienen la obligación de establecer objetivos claros y medibles en los planes de corto, mediano y largo plazo, difundirlos con la mayor transparencia para promover el control social, y supervisarlos permanentemente utilizando recursos tecnológicos incorporados a los procesos que generen información en línea sobre los avances de los planes para tomar acciones correctivas oportunas sobre deficiencias identificadas. La falta de gestión de los riesgos vinculada a los procesos y los objetivos institucionales genera ineficiencia y corrupción que se reflejan en la falta o inadecuada prestación de los servicios fundamentales que todos los ciudadanos requerimos.
Es indispensable que las autoridades cumplan las normativas relativas a la gestión de los riesgos, la Contraloría y otros organismos de control vigilen su aplicación, y la ciudadanía, con el liderazgo de la academia, ejerza el control social que le corresponde.
Mario Andrade Trujillo