En el ocaso de la vida
En una reunión de amigos donde se recorre los hechos, las anécdotas, los recuerdos que fueron marcando nuestro diario vivir y retraer los episodios de las travesuras y de la forma de relacionarse y en un momento mágico volver a un pasado que estaba oculto en el sentimiento interior de cada uno.
Volvimos a ser jóvenes y a darnos cuenta de que se ha recorrido un buen tramo del camino y que hacemos diferencia, con las generaciones anteriores: a nuestra edad ya estaban encorvados, con bastón, con males y una apariencia de vejez y un caminar de arrastrar los pies propios del peso de los años.
Entonces filosofábamos (dar opiniones más profundas) sobre la realidad que estamos viviendo. Nuestra apariencia es otra. La longevidad se ha extendido que ya preocupa a la Seguridad Social porque estamos en una mínima de 80 a 90 años de vida.
Pero analizando el ocaso de las almas para cuando nos toca quedarse solos, tanto para el hombre como para la mujer. Vemos que podemos llegar a ser una carga para los hijos y su familia en algunos de los casos y de ahí se comenzó a profundizar el tema de para cuando nos toque el turno de enfrentar la realidad, debemos estar sicológicamente preparados. Porque el ritmo de la sociedad no va a permitir nuestro cuidado. De ahí que el asilo de ancianos es la alternativa. Pero para ello se tiene que prever su costo para lo cual hay que planificar el sostenimiento en esta Casa de Recogimiento para que el servicio sea por lo menos de un buen trato, de un buen cuidado y en las mejores condiciones para el descanso, antes del final.
Somos conscientes que en el ocaso de nuestras vidas, vamos a necesitar prepararnos y estar en paz siempre con Dios y con los hombres. Esta es una realidad que nos tocara pasar a todos.
A mí me gustaría acabar mis días, aunque solo con la asistencia de la enfermera, los cuidados médicos y la de los quehaceres domésticos, pero en casa y por ello he de buscar los recursos necesarios para sostener este deseo. Otros se verán, quizá obligados, a ir a una Casa de Recogimiento o asilo de ancianos porque es la mejor opción, ya que pagando una parte del costo del mantenimiento con lo que recibimos de pensión (el otro lo hacen las voluntarias con su trabajo o el mismo gobierno municipal o nacional), pero se cuenta con el cuidado médico, asistentes de cocina y personal de limpieza, una dieta adecuada. Y un control estricto de la medicación que debo recibir para mis males.
Quizá pudiera encontrar un refugio para mi alma que anhela la paz del entorno, pero no con semblantes apagados por el tiempo, sino con un rostro que irradie esa luz que supiste darla, para que Dios te dio la vida. Y puedes volver a ser nuevamente la luz que retorna al infinito; pero que queda prendida una pequeña llama en el corazón de alguien a quien amaste hasta el final.
Lionel Efraín Romero Reyes