Padre Fabián Arcos Sevilla “eres mi mejor amigo…”
El padre Fabián Arcos Sevilla, será recordado con cariño por quienes tuvieron la fortuna de conocerlo. Nunca olvidaré sus palabras “eres mi mejor amigo” cuando compartíamos largas conversaciones entre risas y reflexiones.
El padre Fabián, es un ejemplo inspirador de dedicación y servicio en la comunidad católica. Su vida estuvo marcada por un profundo compromiso con los más necesitados, llevando esperanza y consuelo a quienes más lo requerían. Su labor pastoral dejó una huella imborrable en el corazón de sus feligreses.
Desde su ordenación sacerdotal, se destacó por su cercanía con las comunidades. Aprendió kichwa para comunicarse mejor con sus feligreses, mostrando un respeto genuino por su cultura. Esta conexión lo convirtió en un sacerdote querido y respetado, que siempre estaba dispuesto a escuchar y ayudar.
A lo largo de su vida, el padre Fabián enfrentó desafíos personales, incluyendo problemas de salud. Sin embargo, su espíritu indomable lo llevó a regresar a su misión pastoral con renovada energía. Su valentía y determinación inspiraron a muchos a seguir su ejemplo de fe y compromiso.
El padre Fabián también desempeñó un papel crucial en la formación de futuros líderes religiosos. Como canciller de la Diócesis, contribuyó al desarrollo espiritual y educativo de la comunidad, dejando un legado que perdurará en las generaciones venideras.
Su pasión por el servicio no solo se limitó a la iglesia; también visitaba hospitales para brindar apoyo a los enfermos. Su presencia reconfortante era un bálsamo para aquellos que enfrentaban momentos difíciles, demostrando que el amor y la compasión son fundamentales en el ministerio.
La memoria del padre Fabián Arcos Sevilla seguirá viva. Su legado invita a todos a reflexionar sobre el verdadero significado del servicio y la importancia de cuidar a los demás. Su vida es un testimonio del poder transformador del amor y la fe en acción.
Esto no es una despedida, sino un hasta pronto. Querido amigo que Dios te tenga en su santa gloria. Amén
Roberto Camana-Fiallos