Cuando el poder lo domina todo, cuando todo lo controla, el país ha perdido su norte, durante estos algo más de 40 años de democracia he visto episodios negros que han marcado la historia del Ecuador, han minado sus instituciones, le fe y la esperanza de su gente, de sus partidos políticos, de la estructura del Estado. No se ha fortalecido la democracia porque los partidos, base de la misma, han sido efímeros, porque se han conformado para ganar unas elecciones y nada más. Recuerdo con claridad los grandes casos de corrupción, cáncer de nuestra historia política, los camisetazos al interior del Congreso, el hombre del maletín, el arroz con gorgojo, el caso Enprovit, la procesadora de basura de Guayaquil, la sucretización, las flores y miel, el patacón, el caso Torbay, las mochilas escolares, y un largo etcétera que han marcado el paso de nuestra raquítica democracia, pero democracia al fin. Nada de esto se compara con lo que estamos viviendo: toda la estructura del Estado al servicio de la campaña del candidato oficialista, todos en minga haciendo uso de los recursos del Estado, obligando a los medios a ceder sus mejores espacios a las innumerables cadenas que a diario copan las audiencias, antes y después de los noticieros. Pero la propaganda oficialista agobia. El espectro ecuatoriano ocupado a plenitud por los revolucionarios, inventándose entrevistas bajo cualquier pretexto, inventándose colectivos “independientes” de profesionales o de emprendedores, de estudiantes o de movimientos, todos en minga por la revolución. Es que hay que cubrir la espalda, la corrupción es tan grande que se desborda por sí sola, hay que ser muy audaces para explotar cada caso que sale en contra, endosando a la oposición, cuando un corrupto de la revolución se sale de control hay que lanzarlo a la oposición y atacarlo, estudiaron muy bien los métodos de Gobbels. El Fiscal debe quemar tiempo y demorar la lista de Odebrecht, el Contralor debe salir a decir que sí ha controlado, que el aplanamiento de la Refinería del Pacífico eso mismo cuesta, el ministro de economía debe convencer de que la economía sí se está recuperando, no importa que se desborde el gasto público a base de deudas, el ministro de energía debe convencer a los ecuatorianos que Coca-Codo está trabajando a plenitud con todas sus turbinas aunque los estudios técnicos digan que eso es imposible, lo que importa son los números. Harán de todo los revolucionarios, hasta se inventarán auto fraudes y hasta auto atentados porque el pecado es grande.