La situación del país es extremadamente grave: “las famosas carreteras del gobierno”, son solo unos cuantos kilómetros maquillados de cemento y ampliadas a los alrededores de las ciudades y de pocos pueblos, muy bonitas. Hasta que se llega a la terrible huequera, que en los lugares de siempre, se desparrama el lodo, la pedrería destroza los vehículos, el peligro de que le caiga un árbol en los caminos y en las ciudades todo lo que la naturaleza arrastrar con tanta agua, y ¡ lo hace con furia!
¡Qué horror ir a Esmeraldas!, nunca he visto tanto destrozo; tramos de alcantarillas sin terminar desde hace muchos años… ahí se quedaron…tal cual… y huecos por todo lado, me dolió el estómago con tantos pasos solo en ripio. La Refinería: nuestra gallina de los huevos de oro: en silencio, ¿qué pasa?
Pobres nosotros, los ecuatorianos, ni siquiera en avión podemos ir, a Loja, Cuenca y Esmeraldas. No he intentado a otra parte. No pude salir de Quito. No hay carreteras, llueve sin fin. Sin embargo, oigo en la TV cómo entregan el país, con las mejores carreteras de América.