Racionalmente, no hay explicación para que el ex presidente Correa se halle en situación de reo e impedido de ejercer sus derechos como ciudadano, después de haber ocupado la más alta dignidad que un ecuatoriano puede aspirar. Teniendo todo a su favor, como joven inteligente, bien preparado, católico, con un talento indudable, carismático y bien relacionado, no se explica cómo pudo caer en las redes de la delincuencia organizada y convertirse en jefe de la más rancia y radical corruptela.
Su primer gobierno gozó de alta popularidad y tuvo a su favor una cómoda mayoría en la Asamblea, y en la economía un precio del petróleo de más de cien dólares que lo ponían a gobernar un país con unas saneadas finanzas que le facilitaba hacer una obra pública fecunda con recursos propios y apoyándose en la ayuda extranjera por la vía de préstamos blandos que se podían negociar en condiciones ventajosas dada la buena salud financiera del momento.
Sin embargo, por razones que lo deben saber su íntimo entorno y él mismo, malgastó su capital político en una planificada corrupción que pasó por enlodar su trayectoria. Sobre su conciencia pesa el hecho de haber dejado un país en quiebra y sin una salida clara para que convalezca la economía y el pueblo pueda sentir algún alivio en su precaria situación.
Corresponde a su responsabilidad de hombre público renunciar a su cómodo exilio en Bélgica y venir a dar la cara al pueblo que confió en usted y que fue vilmente engañado, aunque sabe que aquí le espera la cárcel para que le haga compañía a su ex-vicepresidente y medio gabinete que de alguna forma están pagando sus culpas, aunque nada será suficiente por el daño moral, político y económico causado al país. Ahora mismo, hay el riesgo de la quiebra del Seguro Social al que usted le dejó postrado y no quisiéramos los ecuatorianos que tal cosa suceda ya que se produciría una verdadera conmoción social en razón de que miles de afiliados y jubilados seriamos enviados a la miseria. Por consiguiente, usted está obligado a enfrentar las consecuencias de su mala gestión en el cargo que no supo honrar.