Un exalcalde cuestionado, removido y pendenciero, se aferró a su cargo burlándose de la justicia, los quiteños y el país entero. Este vergonzoso capítulo que vivió el Distrito Metropolitano se ha tornado muy difícil de superar; el exalcalde argumenta en su defensa, que fue elegido por el pueblo, sin reflexionar que ese mismo pueblo demanda una gestión ética y moral. La capital de los ecuatorianos, históricamente ha tenido alcaldes que si bien es cierto pudieron haber sido cuestionados por su gestión, no fueron cuestionados por acciones fuera de lo legal y no portaron grilletes condenatorios. Jorgito como le dicen sus más allegados, tiene un perfil farandulero, televisivo y de frecuencias radiales con chistes subidos de tono, risas estridentes y artistas que ya perdieron espacio hace rato. No obstante, y con el derecho que le asiste, quiso incursionar en espacios de tinte directivo y politiquero. Primero fue en ‘El Nacho’ en donde su gestión fue el inicio de una muerte anunciada y luego con una audacia sin precedentes se postula para burgomaestre y aunque parezca mentira y sobre la base de encuestas de intención de voto que arrojaron resultados imprevistos para el sentido común, gana la Alcaldía de Quito. Desde el principio evidencia desconocer las ciencias políticas y administrativas, se rodea de un grupo de astutos, se involucra incluso en este peregrinaje su vástago Sebastián, quien saborea las mieles del poder omnímodo de su papito y también hace de las suyas. Jorgito para variar no manifiesta pertinencia con esta bella ciudad, a diferencia de otros alcaldes que sin ser quiteños demostraron amar pero sobre todo respetar a Quito. Un equipo de profesionales en derecho que demuestran no ser tan derechos, lo apadrina y amañan los procesos judiciales en su contra con una habilidad pasmosa. Su gestor desde el ático, presumo, ya no le respalda y estará diciendo en su peculiar lenguaje coloquial que usted es “care tuco”. Dice Jorgito que solamente es un grupo de concejales quienes desean su salida, sin percibir que son como tres millones de quiteños (nacidos o no en la capital), que imploran su salida y aspiran a nuevos y mejores días para la otrora “carita de Dios”. También dice que los cuestionadores le acusan de no tener pedigrí, pero la verdad es que el origen, la posición económica y social, no entran en este juego, lo que se necesita es capacidad de decisión, honestidad, experiencia gerencial, carisma. Mi estimado doctor, la música, la farándula, el vóley, los perritos, y entiendo la medicina le esperan, esas son sus verdaderas competencias. La política y la gestión directiva le quedaron grandes.