Los campesinos saben que para tener pollitos deben: contar con la gallina “culeca” robusta y, luego le hacen anidar con los huevos de gallo adecuados.
Si esta experiencia la trasladamos tener un país con los adecuados servidores públicos, hay una abismal diferencia. Hemos empollado indiscriminadamente, con incubadora mecánica cientos y miles de servidores, en todos los poderes públicos; para muestra el Poder Judicial con casi tres cortes a nivel de Suprema; ministerios por doquier; y, no se libra ni el poder Legislativo.
Perú, con casi el doble de nuestra población, superficie territorial casi 6 veces más extensa, tiene 158 legisladores incluidos los 28 de comisión permanente. Nuestro Ecuador tiene los excesivos legisladores que conocemos y a esto hay que añadir que los “benditos” salvadores de la patria gozan de un sueldo que es el décimo mejor pagado de América (sin contar las sumas que cuestan los asesores y viáticos).
¿Es, en el caso ecuatoriano, cantidad sinónimo de calidad? De ninguna manera; así, fuimos testigos en el gobierno anterior de los “alza manos” o lo que es lo mismo los alfombra del Ejecutivo; hoy, ya ni siquiera se dan la molestia de alzar la mano, solo aprietan una tecla con el sí o el no y han legislado sin que muchos sepan leer un documento o, peor, interpretarlo.
Es hora de profunda reflexión para tener un poder legislativo adecuado: menos componentes, con suficientes conocimientos y dispuestos a legislar sin componendas políticas. A quien corresponda debemos exigir calificación previa de los candidatos, partidos políticos que estructuren sus cuadros de acuerdo a necesidades del país y no de conveniencias electoreras.
Hagamos un Ecuador proporcionado a la realidad para que la cantidad sea suficiente, no desborde nuestras capacidades y que la competencia aflore en la calidad de cada uno de los que creen predestinados a cargos públicos.