Es muy cierto que cuando se acaban las ideas o se carece de ellas surgen las calumnias y las descalificaciones, no de otra manera se entiende la falta de argumentos, la ausencia de fiscalización, la rendición de cuentas arregladas y forzadas donde se lanzan ofensas e insultos a quienes se consideran rivales de ‘peligro’ y donde la incapacidad, la ineficiencia y la corrupción tienen explicación. Las campañas llenas de actitudes negativas, ofensivas y de bajo nivel parecían cosa del pasado, pero ¡no!, solo hace falta recorrer el país para ver la cantidad de vallas colocadas con injurias, mentiras y ofensas hacia determinados candidatos, mientras otras rinden culto a la personalidad, ¿será que es el anuncio de que en el país ha empezado la guerra sucia por el poder? En un país donde la pobreza toma fuerza, el desempleo es permanente, los hospitales tocan fondo, la falta de agua potable y alcantarillado cobran vidas humanas no se pueden dar el lujo de gastar miles de dólares de los impuestos de los ecuatorianos en injuriar mediante propagandas de radio, televisión, vallas o periódicos a cualquier ciudadano por el solo hecho de pensar diferente. La ética y la moral están sobre todo intento de dañar la honra de las personas. Evitar el crecimiento mediocre de quienes profesan este tipo de campañas es tarea de todos. Solo una educación de calidad, la creación de empleos suficientes y una atención en salud oportuna y de calidad garantizará el bienestar de las familias. Las personas sabrán privilegiar las propuestas serias, hoy ausentes por quienes creen que una campaña sucia les dará réditos electorales.
Rodrigo Contero Peñafiel