Los resultados electorales del pasado domingo pusieron en evidencia el posicionamiento actual de las fuerzas políticas del Ecuador. Como se pronosticaba, luego de cuatro años de haber salido del poder, el correísmo aún mantiene su voto duro equivalente a un tercio del electorado y llega con holgura a la segunda vuelta. Por otro lado, sorprendió a propios y extraños la apretada diferencia entre el segundo y tercer candidato más votado, Guillermo Lasso y Yaku Pérez, ambos en torno al 20% del voto válido. Asimismo, llamó la atención el gran apoyo popular aglutinado por el debutante electoral Xavier Hervas.
El panorama político nos muestra que tres de las cuatro fuerzas políticas más relevantes tienden hacia la izquierda, una extrema encarnada por el correísmo y otras más sensatas personificada por Pachakutik y la Izquierda Democrática. Por otra parte, la alianza CREO-PSC representa solitaria a la derecha ecuatoriana. Sin embargo, la contienda electoral en la que nos encontramos actualmente no es una simple carrera entre corrientes ideológicas, sino mucho más que eso: la definición del camino que seguirá nuestro país en el futuro inmediato, la hoja de ruta que nos puede llevar hacia la luz y la prosperidad o sumergirnos en la oscuridad y la miseria.
Nos enfrentamos entonces a una oportunidad histórica. Es momento de que los candidatos que representan a las fuerzas democráticas del Ecuador, tanto los de izquierda como de derecha, dejen a un lado sus intereses particulares y construyan un pacto consolidado para enfrentar con entereza y derrotar a la amenaza populista y antidemocrática que constituye el correísmo y su candidato. Pero esto no es suficiente. También es necesario elevar el nivel de las propuestas de campaña y volverlas más incluyentes, de forma que engloben las necesidades de todos. Más allá de la libertad económica, que es un pilar fundamental para el desarrollo del país, es preciso promover también las libertades sociales, la igualdad de derechos y la protección del medio ambiente, todos asuntos prioritarios para el bienestar de los ecuatorianos.
En resumen, para salvar al Ecuador la vía no es la división ni la exclusión. El camino es la unidad.