Greta Thunberg es una chica sueca de 16 años que decidió dejar de asistir a su escuela un día a la semana para reclamar en las afueras del Parlamento de su país por el cambio climático. Con una causa noble y urgente, un cartel y un discurso bien elaborado logró ser escuchada por el mundo entero. Tanto así que la revista Time la nombró persona del año. Pero más allá de su pasión y su lucha, y a pesar que la manera en la que lo hizo logró acaparar la atención mundial, pienso que no es exactamente la forma en la que los ciudadanos debemos dirigir nuestros esfuerzos en referencia al cambio climático.
Mientras la historia de Greta causa revuelos y se convierte en una novela que todos los medios quieren abarcar, en el Ecuador personas como Roberto Manrique y Rafael Lugo decidieron poner en marcha sus ideas de una forma diferente. Sin reclamar y sin dirigir sus causas en contra de los “líderes”, tampoco pensando en el reconocimiento y más apegados a la realidad y a la practicidad. Roberto decidió plantearse un objetivo: “Juntos X la Tierra” recorriendo varios países de Sudamérica y plantando árboles durante su travesía, logrando que miles de personas se unan a su causa. En tanto Rafael después de haber creado un concurso en una red social “Rey Arupo”, que reconocía a la mejor foto de un arupo en Quito, consiguió que el Municipio asigne un espacio importante donde se está creando el primer parque de arupos de la capital.
Dos ideas que en poco tiempo han conseguido resultados reales y más contundentes que cualquier discurso por más emocionante y/o polémico que sea.
Son dos ejemplos muy cercanos a los ecuatorianos que nos demuestran que cuando hablamos del cambio climático no estamos hablando sólo de los líderes mundiales.
El cambio climático se podrá revertir cuando los ciudadanos cambiemos nuestros hábitos y aceptemos que los responsables directos del daño ambiental somos nosotros.
Robert Swan no podía haberlo dicho de una mejor manera: “La mayor amenaza para nuestro planeta es la creencia que otra persona lo salvará”.