En estos días oigo con profundo pesar que el Municipio de Quito y ciertos concejales han instaurado un proyecto llamado: Quiero andar tranquila, calles sin acoso. Lo digo así porque el proyecto se ha centrado en supuestamente incentivar a que las mujeres denuncien este tipo de actos a las que se ven sometidas en la cotidianidad de esta agitada ciudad y así concienciar a la población. Pero esto que parece loable, y lo es en tanto la mujer merece un indiscutible respeto. La calentura no está en las sábanas, o es ingenuidad o simple deseo de figurar de ciertos políticos del Municipio. Señores concejales, gran parte del problema está en la aglomeración que causa el pésimo servicio de transporte público de esta ciudad. Piensen si el problema tuviera la misma magnitud si todos, no solo las mujeres, pudiesen ir sentados en un transporte público. Si en horas pico, un trolebús pasa cada 15 minutos, es lógico que haya aglomeración de personas con el consiguiente caldo de cultivo para el acoso a las mujeres.