La mitología dice que la Caja de Pandora fue regalada por Júpiter a Pandora. En ella, estaban encerrados todos los males. Epimeteo, esposo de Pandora, la abrió y todos los males se dispersaron por el mundo. Por extensión, dícese que cualquier cosa mal manejada puede ser origen de calamidades, o que no se sabe si puede dar lugar a ellas. El moderador del debate presidencial con tres economistas, sin pretender ser un personaje mitológico (Epimeteo), en forma sorpresiva, desordenada y descuidada abrió el cofre de fábula y toda la controversia resultó una calamidad. El escenario era un poco peligroso, pues a espalda del Presidente se había ubicado un armario lleno de libros, que al calor de la discusión y al menor movimiento brusco (no estaba descartado un desafío “uno a uno” por parte del Mandatario) el escaparate y toda la ciencia contenida en los tomos se habrían venido abajo. El gobernante, que seguramente se preparó en esos volúmenes para su exposición, haciendo uso de su risita burlona, y creyendo que estaba en una sabatina movía ágil, nerviosa e insistentemente un legajo de papeles que no cabían en la pequeña mesa puesta a su lado, tratando de convencer a sus contertulios que su modelo económico no se parece a ninguna Caja de Pandora. La “imparcialidad” del moderador (dueño de la cajita) era tan evidente que no le quedó otra alternativa que resignar la conducción de la polémica a favor del Mandatario, a fin de que no permita que sus interlocutores (los economistas) descubran la clave para abrir el baúl mitológico y dispersen todos los males y calamidades que van a originar su modelo y política económica.