Buenas y Malas
Como país, hemos tenido acciones y noticias buenas; así, tenemos que admitir que con las doscientas millas de mar territorial nos sentimos protegidos para tener recursos para futuras generaciones.
Igual, con la decisión del Presidente Lasso, en ampliar la protección marítima en la zona de Galápagos conlleva, a más de protección del ecosistema, control de una zona marítima adicional para mantener fuera a las flotas de pesqueros foráneos que depredan nuestras riquezas marinas. Esas son las buenas; pero, desgraciadamente, hay también las noticias malas y la más relevante es la declaración del nuevo Ministro de la Defensa, al dejar sin efecto la negociación de un buque para el levantamiento del fondo marítimo y así ampliar nuestro control.
Tal vez el nuevo Ministro tenga en mentes otros medios para levantar la información necesaria; quizá va a obtener los datos indispensables con drones o contratando visión satelital; pero, que yo sepa, esas alternativas son inviables.
La mala noticia del 25 de Octubre que publicó EL COMERCIO que se refiere a la declaración del Ministro reemplazante en la que asegura que la adquisición de un buque océanografico: “no es prioridad de gobierno”. Valdría la pena que el nuevo Ministro de la Defensa indague y amplíe sus conocimientos para conocer qué significa CONVEMAR y las repercusiones que tendría el Ecuador al no contar con las herramientas adecuadas.
Noticias buenas son siempre alentadoras; quizá esta mala noticia sea cambiada para bien de nuestro país.
Marcelo Gallo Gallegos
Artimañas politiqueras
Administrar técnicamente quiere decir: “Gestionar acciones encaminadas a convertir propósitos en realidades positivas”. Para que esta definición se concrete, es necesario hacerlo a través del proceso administrativo, el que está compuesto de 4 elementos: planificación, organización, dirección y control. El segundo (la organización), bien utilizado genera réditos increíbles; de ahí que, empresas líderes a nivel de mundo, evidencian su éxito a través de altos índices de producción, comercialización y generación de empleo.
Siendo redundantes se diría que son “organizaciones bien organizadas”. No obstante, a este valioso elemento se lo puede mal utilizar para generar caos, desconcierto, anarquía, corrupción, desestabilización y otros aspectos; tal es el caso de organizaciones netamente políticas, sindicales, laborales e indigenistas que no cubren las expectativas de sus representados, ya que en ellas prevalecen intereses individuales y consignas de izquierda socialista-comunista, a quienes no les conviene estados libres y soberanos, cuyo fin primordial sea el bienestar de sus congéneres a través de una gestión consciente y consecuente. Un estado revestido de valores éticos de responsabilidad social pública y privada es la aspiración de la gran mayoría de ciudadanos ecuatorianos; y, no un estado sustentado en una política desgastada populista, cuyos líderes buscan perversos intereses en el afán de mantener sus prebendas.
En este contexto, se ubican las supuestamente bien estructuradas organizaciones indígenas, cuyo sustento ideológico es mancillado permanentemente por sus principales dirigentes, los que se aprovechan de la sinceridad e ingenuidad de sus bases, para cumplir con sus protervos intereses politiqueros desestabilizadores, que les permite mantenerse en la palestra a base de un discurso populista trillado, pero efectivo. Uno de los actores politiqueros que surge como producto de esta siniestra atmósfera es un dirigente “indígena evangelista” de nacionalidad kichwa-panzaleo, que se autoproclama el Mesías de los hermanos indígenas, pero que sus inicuos intereses sórdidos maquiavélicos apuntan a sacar tajada a toda costa. Su liderazgo manipulador, proviene de una habilidad innata que le permite aprovecharse de los “suyos”, quienes enceguecidos por un discurso lleno de artimañas, le siguen y respaldan.
Este mal dirigente danza según sus conveniencias al son del comunismo, del socialismo, del populismo, del social cristianismo, y de cualquier tendencia que le pueda favorecer.
Paralelamente, se dice evangelista, sin considerar que el evangelio debe ser respetado, cumplido y difundido. Por el contrario, se pasa a tiempo completo cocinando sus tretas, lo que no le da tiempo para orar, clamar y alabar al Dios del cielo, a quien le debería solicitar por favor y gracia, sabiduría para orientar adecuadamente a quienes representa.
Ante esta acometida improcedente por decir lo menos, el gobierno tiene la palabra y sobre la base de decisiones sesudas bien fundamentadas contraataque a este mal líder, no con sus mismas armas, sino por el contrario con dictámenes que involucren, pero por sobre todo beneficien a todos los ecuatorianos, sean estos indígenas, mestizos, blancos, cholos, negros, colorados, con o sin pedigrí, con o sin títulos académicos y de nobleza, pero que nos ganamos el sustento diario honradamente. El gobierno del señor Lasso, debe fortalecer el manejo de la seguridad, la salud, y la educación de calidad, respaldado desde luego en un elemento clave prioritario “el respeto a una bien concebida democracia”, valor que conoce el “dirigente indígena evangelista”, pero que no le conviene considerar.
Efraín Flores Batallas
Corte Constitucional
En la prensa se ha difundido el dictamen 6-21-EE, dictado por la Corte Constitucional que pone inconcebibles reparos al derecho privativo que la Constitución le otorga al Presidente de la República para decretar estados de excepción cuando se cumplen los presupuestos que contempla la Constitución y la Ley.
Este dictamen tiene ribetes melodramáticos que parecen concebidos por seres humanos que no viven la realidad de los ecuatorianos comunes y corrientes. La avilantez de la Corte Constitucional llega al colmo de insinuar que el Presidente Lasso no ha tomado en serio el contexto dentro del cual se pueden expedir estados de excepción. Es más, el dictamen limita a 30 días la vigencia del estado de excepción advirtiendo que “una eventual prórroga deberá contar con la fundamentación suficiente para que proceda”.
Cuesta trabajo creer que la Corte Constitucional ignore el drama que vivimos los ecuatorianos víctimas de una ola delictiva y hasta subversiva sin precedentes, producto de múltiples factores acrecentados ahora por la relación incestuosa entre el terrorismo y los estupefacientes. No hay lugar seguro para ningún ecuatoriano, como lo registran los medios día a día. Aún durante la excepción los delitos y asesinatos campean por doquier.
Cabe preguntarse: ¿El día 18 de noviembre próximo concluirá la ola delictiva que nos afecta? Me lo pregunto, porque el dictamen de la Corte Constitucional parece insinuar eso al cuestionar la fundamentación del Presidente Lasso quien el 18 de octubre pasado, sensible al clamor ciudadano dictó el estado de excepción, ordenó la movilización de las Fuerzas Armadas para que coadyuven con la Policía durante la vigencia del mismo, tratando de frenar la ola delicitiva que causa grave conmoción social, cuestión que parece despreciar la Corte Constitucional, a tal punto que limita su vigencia, llegando a la insensatez de sostener que la calificación de grave conmoción social no podrá invocarse más por parte del Presidente de la República.
Rechazo como ciudadano este equivocado proceder de la Corte Constitucional. Invito a los ecuatorianos a leer este dictamen de mayoría, sin tomar en cuenta el voto salvado de 3 Magistrados de minoría, que esos si consideran “que el estado de excepción es una institución que debe ser tomada en serio, tanto por el Presidente de la República como por la propia Corte Constitucional, y no puede ser utilizado como una herramienta para enfrentar problemas que requieren medidas estructurales como es el incremento de la actividad delictiva en el país”. Así concluye dicho olímpico voto salvado.
Como bien lo anota el columnista Andrés Vallejo en su artículo del viernes 29 de octubre, hay que generalizar el pedido para que todos los que hacen vida pública “dejen de joder al país”.
Xavier Neira Menéndez