El oficialismo ha creado una poderosa maquinaria de información asimétrica, para que las masas no sean conscientes de la impune corrupción política. Es decir, la maquinaria de los medios gubernamentales tienen la estructura desigual de un embudo, usando su forma totalmente dispareja como metáfora de información no simétrica, ancha para el poder y estrecha para la ciudadanía.
Este embudo informativo oficial tiene como misión, la omisión. Lo hace generando puntos ciegos de percepción, burbujas de trivialidad resbalosa y gruesos telones de humo mediático. La maquinaria de propaganda oficial borra nuestra visión periférica -por descontextualización- proyectando una pantalla de actualidad desinformativa, donde la realidad se omite sistemáticamente, como algo inexistente o insignificante. Frente a la recomendación de DD.HH. de borrar las leyes que criminalizan la libre expresión, la Secretaría de Comunicación del Gobierno responde que tales “leyes de criminalización no existen, y que no se puede eliminar lo inexistente”. Así, las anacrónicas leyes de desacato al poder quedan invisibilizadas de hecho.
Nuestro gobierno explota la información asimétrica hacia crear un panóptico mediático, como lo llama Focault. Un punto de vigilancia de nuestras conciencias, desde donde se pretende monitorear quién apoya y no apoya el “proceso” ideológico del buen vivir.