Con ocasión del fin de año, tuve la oportunidad de visitar las hermosas y paradisíacas playas de nuestro querido Ecuador. La primera admiración me causó Guayaquil, ahora sí digna de llamarse ‘Perla del Pacífico’, y luego las carreteras de la Costa que permiten que el viaje por tierra sea un verdadero disfrute del paisaje. Una excelente señalización, hace que las precauciones se tomen con el debido tiempo.
Pero…, esto solo es fuera de Pichincha, porque, por contemplar un letrero de “bienvenida” colocado por el Consejo Provincial, caí en un hueco, que parecía cráter de volcán. Los quiteños y pichinchanos, no nos merecemos lo que ocurre, las diferencias de trato que da el Gobierno a las provincias que – no eran su bastión electoral-, pero que evidentemente, ahora sí lo son.
Las diferencias en torno al mantenimiento de las grandes ciudades, Guayaquil, una belleza; y, mi Quito, postergado a la buena voluntad inexistente del Gobierno para con su capital. No quiero decir que Guayaquil no lo merezca, su grandeza nos enorgullece a todos los ecuatorianos; pero la capital: ¿por qué no?
Esa pregunta la deberíamos contestar los quiteños, cuando llegue la hora de elegir autoridades, especialmente alcalde, prefecto, amén de concejales y consejeros levanta manos.