Ganarse las becas en universidades de excelencia será para muchos solo una utopía. No por falta de méritos, sino por la discrecionalidad de quienes fungen en estas funciones. Se publican listas de adjudicatarios que no saben el puntaje global que obtuvieron, así como de postulantes que desconocen el porqué del fracaso.
Sorprende que a cientos de postulantes, después de superar el proceso de calificación y evaluación, se nos niegue becas con argumentos vagos e imprecisos, que no van acorde con en el Reglamento (calificación 75/100 y disponibilidad de recurso), y más bien a última hora se diga apócrifamente: que la carrera a la cual se aplicó “no es de pertinencia” o que la universidad “no es de excelencia”. Entonces para qué sirve la selección, acaso a la Senescyt le sale barato evaluar a miles de aspirantes que desde el principio no tienen ninguna opción, o este proceso es formulismo.