Como librero, siempre leo con interés los balances bibliográficos que anualmente hacen nuestros periódicos. Y no hay duda que hay que extrañar con lo que hacían en años anteriores. Son muy fáciles y se llenan más de títulos, portadas de libros y un poco de estadísticas (apenas mencionan la cantidad de libros editados). No hay un trabajo más analizado de lo que sucede con el libro y el autor ecuatorianos. Su problemática, los niveles de lectura, la piratería editorial, las pocas librerías en relación a la población; cómo el Estado entró en una política de populismo cultural (eso de regalar libros sin son, ni ton). Ecuador ha entrado en la época en que muchos libros se hacen tirajes de 50 ejemplares y lo demás son reimpresiones. El hacer saber que no hay editoriales, sino buenas impresoras (se cobra para editar un libro), que son poquísimas las editoriales que corren el riesgo de publicar a un autor. Que muchas no pagan derechos de autor como manda la Ley, la escasa promoción del libro ecuatoriano en ferias del libro internacional, peor casa adentro, etc., etc. Qué bueno sería que reverdezcan viejos laurales y sus balances anuales sean más ricos y profundos. ¿Solo la literatura es lo “más vendido”?