Llamemos los más trágicos los que se suscitan tras las manos de la clase humana que realiza este trabajo y que por años ha estado abandonada igual que la educación de las clases sociales más desprotegidas, de donde por lo general se forman los choferes a los que confiamos nuestras vidas al viajar .Desgraciadamente seguiremos soportando estas calamidades mientras las campanas de concienciación no se hagan más a menudo, de alguna forma las futuras generaciones podrán tener menor índice de accidentes gracias al empuje en educación que ha tenido el país en los últimos años. Esto más la aplicación fuerte de la Ley de Tránsito y la formación de nuevos oficiales de policías de tránsito que no tiemblen en poner multas a infractores y se endurezcan los controles en las carreteras por exceso de velocidad, con más policías en moto tal como hay en la Carcelén-Guayllabamba; por qué no recordarlo pero la no venta de alcohol en domingo ayuda mucho también a bajar el grado de accidentes, sin embargo en zonas rurales hay poco o nada de control. Debemos mencionar también que el mejoramiento de las carreteras hacen que muchos choferes de toda índole y estrato social recién estén ambientándose al manejo diferente que obligan carreteras como las actuales. Son mucho mas rápidas y ello requiere otro manejo y habilidad que conductores con malos hábitos no están aptos para conducir a estas velocidades.
Para finalizar se debe conformar veedurías para ajustar los controles a las llamadas escuelas de conducción que envían al tráfico cientos de nuevos conductores, los cuales muchos aún no están en capacidad de ponerse tras el volante.