Previo a 2011 las especialidades de Físico-Matemáticas, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales, fueron reemplazadas por el Bachillerato General Unificado (BGU), con el fin de garantizar la igualdad de conocimientos entre los bachilleres y puedan optar por acceder a estudios superiores o entrar directamente en el mundo laboral.
Por otro lado, las normas para ser profesores universitarios, exigen que quienes den clases, por lo menos tengan una maestría de especialización en el área de su competencia y luego avancen a la obtención de un PHD. El resultado es que el crecimiento en las universidades es lento por la escasez de profesionales con estos requisitos. A la vez, la cantidad de jóvenes con título BGU, que aspiran a las universidades llegaron a 270 mil, mientras los centros educativos superiores tuvieron cupos de aproximadamente 140 mil para el primer semestre de 2018, dejando 130 mil jóvenes en el limbo, con una educación básica generalizada que no les ha permitido encontrar trabajo o desarrollarse en alguna actividad personal. Estudiantes de colegios hicieron manifestaciones estudiantiles en señal de que el nuevo proyecto educativo les quitaba las herramientas de trabajo que hasta el 2010 funcionaban con oportunidades laborales.
Actualmente, el BGU cierra los espacios a los flamantes bachilleres limitando su acceso a niveles de educación superior. El mercado laboral se encuentra deprimido, por no tener suficientes técnicos para atender a la ciudadanía en sus problemas de vivienda, desarrollo urbano, asistencias en las diferentes áreas municipales, empresas de transformación, especialidades agrícolas, motores, mecánica de precisión, conductores de vehículos y otros. Las razones imponen que la educación técnica, hoy suspendida, siga entregando técnicos acorde con las necesidades de la sociedad actual, a medida que el crecimiento social y de la población se mantenga equilibrados.