Con mucha preocupación vengo a ustedes a contarles una historia real que me sucedió hace algún tiempo, en una de las principales avenidas de conexión entre poblados pude observar como un vehículo perdía pista y carril, y quedaba suspendido en el aire gracias a un poste de contención, del cual se bajaron 5 jóvenes entre hombres y mujeres entre los 17 y 20 años de edad, al llegar los policías les rogaron que no sean ingresados los carros al patio de revisión, el agente del orden accedió pero puso una condición, que, el vehículo no sea movido hasta que lleguen los padres del conductor, momentos más tarde el padre increpa al policía del por qué le llamaron si no tiene nada que ver con su hijo, un accidente le pasa a cualquiera, el policía responde que fue llamado porque quería que evidenciara el estado de su hijo y las condiciones del vehículo para que tome acciones como padre a lo cual con un profundo dolor transcribo sus palabras “Deme corrigiendo usted a mí no me hace caso”.
Qué puede ser más importante en la vida de un padre, qué, el poder y autoridad para corregir a sus hijos, ¿los pantalones suficientes para poner orden en el actuar del retoño propio?
Si bien es cierto ninguno de nosotros nace con un manual de cómo ser papá, pero si es indispensable que todos nos miremos reflejados en el papel que desempeñamos en casa, en lo que es importante o no para cada uno de nosotros a la hora de reunirnos en alguna comida cotidiana, donde los padres pueden ver a sus hijos de forma presencial enseñando a escuchar y comprender las reglas del hogar. Esos hombres que no saben cómo reaccionar ante sus hijos son los mismos que ponen sobre los hombros de los más pequeños la responsabilidad de lo que desean o no ver en el internet o televisión. Donde un héroe no es un ejemplo a seguir sino una mezcla de malcriado, patán y alguna que otra habilidad especial, que medio entiende la diferencia entre el bien común y el beneficio personal.