Finalmente, asumió por un error histórico, la presidencia del país más poderoso del mundo, los EE. UU., Donald Trump. Un señor que sin haber hecho nada por su país y peor política, después de una campaña en la que como buen demagogo buscó y logró llegar al sentimiento nacionalista de los estadunidenses blancos que con otros grupos de resentidos, lo elevaron a la primera magistratura dejando en el camino a una mejor candidata, al menos para los intereses de América y el mundo como Hillary Clinton, mujer inteligente y preparada que está a mucha distancia del organizador del Miss Universo, creador de un imperio económico sobre la base de explotar trabajadores (latinos en su mayoría), no pagar impuestos y quebrar empresas cuando así le interesaba.
Un personaje oscuro y sin escrúpulos que hoy en tiempos tan difíciles para las relaciones internacionales es el comandante en jefe de un poderoso ejército con armas nucleares cuyas claves están en sus manos. Aparentemente, lleno de odio por los latinos, los musulmanes, los judíos y todo lo extranjero en un mundo abierto propugna encerrar dentro de un muro de infamia a ese gran país.
Mientras los líderes chinos hablan del libre comercio en Davos como mecanismo para el mejor intercambio comercial, Trump basa su política económica en el proteccionismos de los años 70 u 80 y quiere obligar a empresas multinacionales de origen americano a invertir en los EE.UU., para, según él, crear millones de puestos de trabajos.
Coquetea abiertamente como el poderoso oso ruso, Putin con quien parece sentirse identificado y a lo mejor no le falta razón (algún día se va a descubrir si los servicios de inteligencia rusos tuvieron o no injerencia en las elecciones que perdieron los demócratas).
Este hombre bravucón, prepotente, ignorante en la gran política de su país y del mundo, demagogo, insultador y enemigo de la prensa (no sé por qué tanto odio de ciertos políticos a ese poder que los controla y los denuncia) ha sido ungido presidente y todos nos ponemos en guardia con un gran temor de las locuras que su ego e ignorancia puedan provocar en el mundo, un mundo cada vez más loco y dirigido por locos y me pregunto ¿podrán las instituciones democráticas de los EE. UU. parar las locuras de este improvisado presidente? ¿durará en su cargo? ¿habrá quien lo frene? ya lo dijo Obama, “estaré listo para defender las instituciones democráticas del país si veo que corren riesgo” y así deberán estar todos los líderes demócratas de losEE. UU. y del mundo.
Muy pendientes de lo que este hombre pueda hacer para no causar más males de los que ya padece el mundo. Qué pena que personas así puedan tener cabida en la política de cualquier país y no se diga en uno de la importancia de los EE. UU. No veo el futuro del mundo con buenos ojos ni tranquilidad. Que Dios bendiga a los EE.UU.