Si bien el precedente de la autodeterminación de los pueblos y la soberanía sustentan la decisión del Gobierno Nacional de conceder asilo a Julián Assange, no es menos cierto que los acuerdos internacionales tipeados por las grandes potencias y avalados por la comunidad internacional OEA se vuelven para ellos muy difíciles de cumplir cuando se trata de un país pequeño el que concede este tipo de concesiones.
El caso de Assange es muy especial por tratarse de un ser humano con un potencial único al que la denominación ‘hacker’ lo enlista entre los 5 más grandes de la era moderna de la informática.
Cómo poder pensar que la potencia más poderosa del planeta, EE.UU., se va aquedar con los brazos cruzados mirando cómo este personaje disfruta de las playas de Atacames sabiendo todo lo que sabe del archivo clasificado del Pentágono.
Gran Bretaña como país aliado cumplirá con su objetivo de entregar a Suecia al ‘hacker’ y en 20 días la incursión de Scotland Yard a la Embajada ecuatoriana habrá quedado sustentada en esa ley de 1987 que acaban de desempolvar los británicos para cometer este atropello.
Pinochet también detenido en UK hace algunos años gozó del consentimiento de la Corona antes de ser extraditado a Chile, con todos sus antecedentes. Esperemos que el presidente Correa sea reconocido en algún momento por la comunidad internacional que apoya un trato justo a este ciudadano, la decisión ejemplar del Ecuador de hacer prevalecer los derechos que a Julián Assange en ningún país del primer mundo le asiste.