En relación con la opinión personal de Manuel Terán (EL COMERCIO, 07-08-13), aclaro la realidad sobre los ríos de Quito, no solo “del río que la atraviesa”. La situación no ha empeorado -como dice el articulista sin prueba alguna-. En términos de carga contaminante, longitud de cauces descontaminados y caudal de agua residual tratada, a partir de 2009 el problema ha disminuido, no obstante, aún falta mucho por hacer para revertir la situación provocada por casi un siglo de utilización de los ríos y quebradas como cloacas abiertas.
Las soluciones no están en los cajones de comisión alguna, por la sencilla razón de que no las hubo. De hecho, no existió ni idea sobre las plantas depuradoras de aguas residuales que debían diseñarse; así como tampoco sobre los kilómetros de interceptores a ser construidos. En sus cuatro años de administración -cuatro, no cinco- la actual administración ha logrado lo que la anterior no pudo en nueve. Más aún que en las décadas previas, dado el mucho y grave descuido en el tratamiento de esta problemática y la escasa gestión por remediarla.
Desde 2009, con una inversión de USD 17.5 millones, se han construido 23,4 km de interceptores en los ríos Machángara y Monjas; 16.4 km adicionales se construyen en seis quebradas; así como cuatro plantas para depuración de aguas residuales en parroquias. Se encuentran listos los diseños para la construcción -en función del financiamiento- de 241.5 km de interceptores y 11 plantas depuradoras para el sur de Quito y los valles Chillos y Tumbaco.
Con el cofinanciamiento del Instituto Nacional de Preinversión (USD 9.2 millones) se realizarán los diseños definitivos de la Planta Metropolitana de Tratamiento de aguas residuales en Vindobona. Además, en el portal del Incop puede revisarse el proceso de licitación para iniciar este año la construcción de la primera planta de tratamiento de aguas servidas en Quitumbe (valor referencial de USD 11.8 millones) destinadas a inaugurar una descontaminación efectiva de las aguas servidas que contaminan las quebradas Ortega, Calicanto y Shanshayacu en el sur de la ciudad, donde nace el río Machángara.
Frente a las evidencias y ante el respeto que se merece la ciudadanía capitalina, hago un llamado para que no se permita que la necedad, antipatía o prejuicio encubran la verdad sobre la gestión que beneficia a Quito. La transparencia de nuestro servicio nos permite solventar el genuino derecho colectivo de acceso a información veraz y verificada.