Los quiteños hemos dejado de un lado el concepto de ciudad y convivencia para dedicarnos únicamente a cuidar nuestros intereses personales y vivir egoístamente.
Es lamentable ver que de forma constante nos oponemos y criticamos la ejecución de obras en beneficio de la ciudad y de sus habitantes.
Es más importante mantener una plusvalía alta que permitir el acceso a transporte público eficiente a los ciudadanos.
Me pregunto en qué momento nos volvimos tan egoístas, porque no podemos tener un sentido de conciencia y solidaridad para que cada habitante de esta gran ciudad pueda beneficiarse de obras que nos permitan a todos y no solo a unos pocos una calidad de vida digna.