Contrario a lo que podríamos pensar, apostillar títulos en nuestro país, no solo resulta ser un trámite engorroso, sino que no garantiza la procedencia legítima del título.
La odisea comienza con la suspensión de todo trámite al respecto, en el norte de Quito; razón por la cual, el interesado debe trasladarse a la plataforma gubernamental del sur (sector Quitumbe), previa cita y una vez que cree haber reunido toda la documentación que señala la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana. Lamentablemente en el lugar, y luego de hacer la fila respectiva, todo toma un giro inesperado. Uno de los dos funcionarios, cuya única acción en el mostrador es verificar la presencia de dos sellos, indica que hay que regresar al norte de la ciudad para cumplir un requisito que no consta en la página web, cual es, colocar un sello de la Senescyt en el título. En dicha entidad no se revisa si la procedencia del título es legítima o no, simplemente se coloca el sello. Hecha la gestión, hay que regresar nuevamente al sur y a la brevedad posible antes de que la cita pierda su vigencia. Se toma un nuevo turno y se espera una hora y media, tiempo en el cual un funcionario revisa en la documentación la presencia del mencionado sello, para posteriormente solicitar se cancele el valor de USD 20 por documento sellado. Finalmente, y luego de un total de siete horas desde la llegada, la realización de los trámites y la espera, se obtiene como resultado, el sello del Ministerio de Relaciones Exteriores en el título, y un documento en el cual dicha entidad certifica que, en calidad de “Dirección de Atención al usuario”, el “documento público” (se entiende que es el título) lleva un timbre de la Senescyt, con lo cual lo da por legalizado a nombre del Coordinador Zonal.
Ahora entiendo el porqué de la existencia de muchos títulos fraudulentos y aquellos emitidos en otros países, cuya procedencia no se investiga, todos legalizados con facilidad en nuestro país.
Ciertamente que esperamos con ansia la desaparición de ciertas instituciones gubernamentales que no obran a cabalidad; y de tanta burocracia innecesaria que, hoy por hoy, solo retarda los procesos.