Con aplausos recibió Quito a estos miles de ecuatorianos, quienes desafiaron el poderío económico, militar, policial y propagandístico del Gobierno, y cumplieron su objetivo de recorrer la Sierra levantando su voz de protesta frente a un Gobierno que no escucha.
La expresión del pueblo indígena es una muestra de que existimos ecuatorianos que no tenemos miedo, que no hemos perdido voluntad ni criterio, como lo han hecho los funcionales de todos los poderes del estado y organismos de control. Los indígenas, como millones de ecuatorianos no queremos dormirnos para no sufrir la pesadilla en la que, la revolución ciudadana, convirtió a la larga noche neoliberal.
Es hora de que el presidente se baje de las tarimas, deje de insultar, elimine esa propaganda gubernamental que ya cansa y atosiga, gobierne de acuerdo al criterio de todos los sectores y se embarque en el tren de la historia mundial, quizás no sea demasiado tarde .