Eduardo Ávila Falconí
Acaba de fallecer un distinguido primo hermano en el accidente de Alóag–Santo Domingo porque cometió el error de su vida: trasladarse en un bus de la muerte, en Manta no consiguió un boleto aéreo. Morir en esas circunstancias indignas duele y da coraje por la irresponsabilidad directa e indirecta de unos cuantos burócratas y ninguno da la cara.
La respuesta estúpida, el vehículo se movilizaba con daños graves e irónicamente se extiende un plazo hasta diciembre para solucionar.
Nota para analizar la proporcionalidad: el SRI nos suspendió el negocio familiar ocho días por falta de presentación de un anexo de información. ¿Qué tal no?
Protesto de la manera más airada y frontal contra los inoperantes que controlan el tránsito, a la Policía que penosamente no supera los niveles de honestidad con operativos que son una “tomadura del pelo”, la indiferencia ciudadana y su apatía cómplice que nadie reivindica derechos como que el Ecuador es un país de conquista.
Golpea el corazón por ciudadanos ávidos por dinero que no respetan el dolor y la muerte y aprovechar un accidente para arrancar pertenencias.
Son temas prioritarios, educar, concienciar, moralizar y enseñar valores, esta impunidad tiene que acabarse, estamos enardecidos. La ciudadanía espera respuestas urgentes.