La esencia de la democracia exige total transparencia y limpieza absoluta en todo.
Lo que ha demostrado el CNE, en este triste episodio de las firmas falsificadas, una más de las incontables vergüenzas y escándalos que se ha dado en este Gobierno, es una ineptitud e inoperancia incalificables, sin aceptar su propia e ineludible responsabilidad, sumándose a esta irresponsabilidad la propia Fiscalía del Estado, que decide no investigar a los vocales del CNE, incluido su Presidente, en una clara posición de servilismo hacia el Gobierno. Además, es absolutamente inaceptable que el propio Jefe de Estado declare que hay “error” en las firmas falsas cuando se trata de su movimiento partidista y hay “fraude” y hacen “trampa”, los otros movimientos.
Estos revolucionarios “al revés”, siempre encuentran culpables -actitud del todo cobarde-. Por un lado, el pobre sistema informático y su base de datos, ¡ojo, no puede defenderse!; y, por otro, el siempre, el infaltable, la prensa “corrupta”.
¿Es esto democrático, cuando se transgrede y violenta todo principio de equidad, justicia y participación?