La Asamblea Nacional ha destituido a Ana Galarza, y a la vez desprestigiado aún más su reputación. Según todas las investigaciones, la asambleísta no participó en actos de corrupción. Nada ha sido probado. Entonces la Asamblea decide castigar su cargo porque su marido utilizó la tarjeta magnética de alguien más. Esto es un atropello a la ley y un abuso de poder. A este paso van a empezar a destituir asambleístas por “llegar tarde al despacho”, o tal vez por “no cantar bien el himno”. ¡Absurdo! Ruego que nos enfoquemos en los corruptos verdaderos que la mayoría sigue impune.