Considerando que somos los habitantes citadinos los que estamos obligados a cuidar y proteger nuestros bienes patrimoniales, nos indigna saber que hay gente desaprensiva que recurre al vandalismo como un medio de desahogo a sus frustraciones y un modo de satisfacer sus instintos reprimidos, grafiteando paredes, monumentos, murallas, postes y más espacios públicos.
Esto, a la vista de los ciudadanos honrados que amamos nuestro suelo patrio, nos resulta, por decirlo menos, inadmisible. Son estos audaces sujetos quienes, amparados en la obscuridad de la noche, se dedican a esta ingrata tarea, sin respetar siquiera símbolos históricos importantes como es el busto del Padre Juan de Velasco, levantado en la Avdas. Orellana y 9 de Octubre (en Quito) que, a vista y paciencia de las autoridades municipales, se encuentra manchado y completamente desprotegido.
La ciudadanía hace un llamado urgente al Cabildo quiteño a fin de que se dé un mantenimiento adecuado a éste y otras efigies, cuyo valor histórico es realmente significativo, al tiempo que se sancione a estos contraventores con todo el rigor de la ley.