Este podría ser el calificativo que mejor describe el vergonzoso espectáculo que desde hace tiempos brindan a la ciudadanía conocidos actores políticos de tendencias ideológicas irreconciliables, cuando en una verdadera fanesca de ambiciones personales condimentada por el odio al Presidente Correa y al proyecto político que representa, se presentan juntos y sin rubor pretenden explicar lo inexplicable.
Sus acercamientos a todas luces contra natura, causa repulsión en la gente decente, pues se ha de suponer que por su historia de vida, su procedencia, los intereses a los que representan, les impediría realizar acercamiento alguno en la perspectiva de acceder a la dirección del país, sin embargo sus ambiciones desbordadas anulan su entendimiento si alguna vez lo tuvieron; para ello y procurando justificar sus posturas oportunista, sin empacho recurren al sofisma de que las ideologías han sido superadas, y en un claro menosprecio a la decencia echan mano al vergonzoso argumento de que es la hora del pragmatismo.
¿Será que el príncipe de Maquiavelo siempre estuvo presente en su manera de entender el cómo hacer política?, es evidente el mensaje que nos están dando ciertos dirigentes indígenas, gremiales y supuestos izquierdistas, ¿“el fin justifica los medios”?