El objetivo primordial de cualquier Gobierno es mejorar al país en todos sus aspectos; pero lastimosamente, este progreso depende de la voluntad de los gobernantes, ya que muchas veces, en vez de realizar un cambio trascendental positivo, ocurre al revés, un cambio negativo perjudicial para el país. Todo esto ocurre, porque el Gobernador hace prevalecer sus intereses en vez de velar por los intereses del pueblo. La Constitución del Ecuador, en el artículo 1, inciso 2, expresa que “La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad…”; muchas veces se atenta con la voluntad del pueblo con el quemeimportismo del gobernador que busca sus propios beneficios, pero hay que admitir que no siempre es así, también hay gobernadores que sí, de verdad, dejan alma vida y corazón por un desarrollo íntegro de la nación, pero de los gobernadores que solo quieren el poder por los privilegios que van a adquirir, ¡ni hablar! La persona que tome las riendas del país debe ser asertiva y debe actuar por el bien común del país, dejando a un lado sus provechos, su voluntad, su comodidad y su descanso por atender fielmente a los demás. Esta característica, esta entrega desinteresada por los compatriotas, debe ser fundamental en el perfil de cualquier Presidente de la patria.