Es lo que como ecuatorianos podemos exigir por el execrable crimen suscitado en la ciudad de Quito, el sábado 1 de febrero a las 13:40 aproximadamente cuando una mujer perdió la vida por no entregar su cartera a un delincuente, sobra decir la nacionalidad de este ciudadano que sin ningún reparo disparó a su víctima arrebatándole la vida.
Mi profunda solidaridad para con la familia de la víctima que no encontrará consuelo con ninguna explicación que se le pueda brindar, solamente se le puede ofrecer la máxima condena del asesino. Entre las pruebas se cuenta con decenas de testigos que presenciaron el crimen, el arma homicida y los videos de seguridad.
Este crimen se enmarca en el delito de robo con muerte y considera una pena de 22 a 26 años de cárcel para el autor material, incluso se puede considerar la condición de agravante debido a que la agresión fue realizada de forma específica para acabar con la vida de la víctima. Es necesario que el sistema judicial aplique todo el peso de la ley sobre el asesino e imponga la máxima pena aumentada en un tercio. Esta condena debe ser ejemplificadora para que el delincuente sepa que el Estado será implacable y garantizará la seguridad de los ciudadanos.
Hay varios temas que están pendientes, los operativos policiales de control de armas en sectores críticos, así también el pasado judicial de los extranjeros, medidas que lejos de ser una expresión de xenofobia son medidas preventivas de seguridad.
Una pregunta más, ¿por qué Ecuador acogió a este delincuente?